El fenómeno conocido como «Impuesto Rosa», «Impuesto de género» o «Tasa rosa» ha sido motivo de controversia en los últimos años. Ahora, con la llegada de la famosa película “Barbie”, las personas se cuestionan el por qué algunos productos femeninos son más caros.
El impuesto rosa se trata de una práctica en la que se establecen precios más elevados en productos y servicios destinados a mujeres en comparación con aquellos dirigidos a hombres. Aunque en apariencia podría parecer insignificante pagar un poco más de dinero por un artículo específico, este fenómeno contribuye a la brecha de género en la economía y estrategias de marketing. Además, esta tendencia se puede observar en diversos productos, como máquinas de afeitar, productos de higiene íntima, perfumes, juguetes, entre otros. Asimismo, se ha constatado en servicios tales como peluquerías y lavanderías, donde las mujeres suelen pagar más que los hombres por los mismos servicios.
Este impuesto extra representa un ejemplo más de cómo persiste la desigualdad de género en la sociedad. Cuando las mujeres deben pagar más por artículos y servicios similares, se establece esta brecha de género en el ámbito económico. A lo largo del tiempo, estas pequeñas diferencias pueden sumar importantes cantidades de dinero, afectando de manera negativa la capacidad de las mujeres para ahorrar e invertir, y, en última instancia, disminuir su autonomía económica ya que, esta discriminación de precios también afecta a mujeres de bajos ingresos, quienes sienten aún más el impacto de la discriminación económica y se ven limitadas en su acceso a artículos esenciales debido a los precios más elevados.
Pero, ¿habrá alguna razón para que se aumente el precio?, pues la respuesta es no. El Impuesto Rosa se sustenta en la idea errónea de que ciertos productos y servicios para mujeres son «especiales» o tienen “mejoras” adicionales, lo que justificaría el aumento de precio. Sin embargo, esta explicación carece de fundamento y se basa netamente en prácticas discriminatorias.
Es imprescindible abordar esta problemática mediante la concienciación, la educación financiera y la implementación de leyes que prohíban prácticas discriminatorias en los precios. Así, daremos un paso hacia una sociedad más justa e igualitaria, donde hombres y mujeres gocen de igualdad de oportunidades económicas.
Por Mariale Salas